El acné, una afección inflamatoria multifactorial, puede estar influenciado por desequilibrios que van mucho más allá de la superficie de la piel. En los últimos años, la investigación ha puesto el foco en la microbiota intestinal como un posible actor clave en la patogénesis del acné.
El acné es una patología de tipo inflamatoria, comúnmente relacionada con factores hormonales y genéticos y se encuentra muy influenciado por el estado de la microbiota intestinal, el conjunto de microorganismos que habitan en nuestro intestino.
La piel es la barrera más grande y externa del cuerpo frente al ambiente exterior. Está ricamente perfundida con células inmunes y fuertemente colonizada por células microbianas, que, a su vez, entrenan a las células inmunes y determinan el bienestar del huésped. El microbioma de la piel ha ganado una atención significativa en los últimos años en dermatología, trastornos cutáneos y su conexión e influencia en el sistema inmunológico. Muchas condiciones de la piel están asociadas con un desequilibrio en el microbioma cutáneo. No obstante, es difícil determinar si el microbioma cutáneo alterado es una causa o una consecuencia del trastorno cutáneo.
Factores de estilo de vida como la dieta y la higiene tienen un impacto determinante en la tolerancia del sistema inmunológico a la microbiota comensal, lo cual, en combinación con la susceptibilidad genética, conduce a disbiosis microbiana y enfermedades. Por ejemplo, una dieta occidental se ha asociado con el desarrollo de numerosas enfermedades inflamatorias mediadas por el sistema inmunológico, como artritis reumatoide, psoriasis y dermatitis atópica (DA). De manera similar, la hipótesis de la higiene se ha vinculado con el desarrollo de enfermedades mediadas por Th2, como el asma y la dermatitis atópica. Esta hipótesis sugiere que una exposición reducida a microbios debido a las prácticas de salud modernas puede llevar al aumento de enfermedades inflamatorias en la sociedad urbanizada
Entonces en resumen ¿Cómo afecta la microbiota a la piel?
Inflamación sistémica:
Una microbiota desequilibrada (disbiosis) puede aumentar la permeabilidad intestinal, permitiendo que moléculas como los lipopolisacáridos (LPS) lleguen al torrente sanguíneo. Esto activa el sistema inmunológico, generando un estado inflamatorio que puede empeorar el acné.
Desequilibrios hormonales:
La microbiota intestinal participa en el metabolismo de muchas hormonas de nuestro cuerpo. Un intestino desequilibrado puede exacerbar los niveles hormonales que promueven la producción de sebo y, con ello, la formación de lesiones acneicas.
Eje intestino-cerebro-piel:
El estrés emocional puede alterar la microbiota intestinal, desencadenando inflamación sistémica y agravando el acné a través de un eje bidireccional que conecta el intestino, el cerebro y la piel.
Por otro lado, para apoyar esto, se sabe que probióticos específicos, como Lactobacillus y Bifidobacterium, pueden reducir marcadores inflamatorios y mejorar el estado de la piel, e intervenciones dietéticas enfocadas en la salud intestinal han demostrado beneficios en la regulación de brotes.
Cómo podemos ayudar a nuestra microbiota?
Aumentando el consumo de prebióticos y probióticos:
Incorpora alimentos como plátano verde, alcaucil, el yogur natural o kéfir para alimentar bacterias beneficiosas.
Reduciendo alimentos ultraprocesados:
Evita ultraprocesados, azúcares refinados y grasas trans, que pueden desequilibrar la microbiota.
Modulando el estrés:
Prácticas como el yoga, la meditación o el ejercicio físico regulan el eje intestino-cerebro-piel y por ende pueden ayudar a disminuir la inflamación.
Recorda que la salud de tu piel no es independiente del resto de tu cuerpo. Cuidar tu microbiota intestinal no solo puede mejorar el acné, sino también tu bienestar general.
Si estás buscando una solución que trate el origen del problema, no dudes en explorar un enfoque integrativo y personalizado. Una piel sana comienza desde adentro, y estoy aquí para acompañarte en ese camino.
Dra. Rosario Calvo
Medicina Estética y Funcional